Thérèse Raquin, de Marcel Carné (1953)
Una de las cimas del cine un tanto olvidada se produce en Francia en la década de los años 50. Una serie de cineastas siguiendo la influencia de Jean Renoir, Rene Clair o de Vigo, realizan unas excelentes películas. Un condenado a muerte se ha escapado (Un condamné à mort s'est échappé, Robert Bresson 1956), Pickpocket (Pickpocket, Robert Bresson 1959), Las diabólicas (Les diaboliques, H.G. Clouzot 1955), Paris bajos fondos (Casque d'or, Jacques Becker 1952), Juegos prohibidos (Jeux interdits, René Clément 1951), Diario de un cura rural (Journal d'un curé de campagne, Robert Bresson 1950) son cumbres del cine francés. Realmente excelentes. En ese contexto Marcel Carné realiza esta película realmente notable. Carné ya en aquella época había realizado su obra más conocida: Los niños del paraíso (Les enfants du paradis, Marcel Carné 1945) La impresionante novela de Zola (que a mí me impresionó muchísimo cuando la lei por su mirada cruda y realista sobre la condición humana ) se adapta a la contemporaneidad para hacer un retrato notable de las pasiones y por la condena a no escapar de nuestras miserias. En el año 1959 y 1960 iban a estrenarse un par de películas que iban a cambiarlo todo, y que han provocado un cierto ocultamiento del cine francés posterior a la II Guerra Mundial. Es un error. Al igual que en Italia, en Francia el cine vivió una época gloriosa en esos años. Que la Filmoteca Nacional se dedique a emitir estas películas es una gran noticia. Algún día lo hará Mediaset. Con tantas televisiones y que nadie piense que el cine clásico internacional puede ser una opción interesante para un número de espectadores considerables. Se dejarían engatusar por la belleza y lirismo de la imágenes de estas películas.