La brigada suicida, de Anthony Mann (1947)
Durante la II Guerra Mundial fueron muy comunes las películas de propaganda sobre las fuerzas armadas en Estados Unidos, explicando a los ciudadanos su papel. Era una época de confianza en las instituciones federales por parte de la ciudadanía. Una vez terminada la guerra, y entrando en pleno periodo de tensión fría con la Unión Soviética, se empezaron a realizar películas para destacar el papel de otras agencias del gobierno federal. "Clandestino y Caballero" de Fritz Lang (1946), sobre el papel de la Organización de Servicios Estratégicos (OSS), antecedente de la CIA, "Contrabando" de Don Siegel (1958), sobre los servicios de aduanas o "FBI contra el imperio del crimen", de Mervyn LeRoy (1959) son ejemplos de este tipo de cine. A partir de los años 60, con el contexto todavía de la guerra de Corea, y la creciente situación en Vietnam, comenzará un cuestionamiento progresivo de la autoridad y de las instituciones del gobierno, y la sospecha sobre su papel no demasiado "limpio" en muchos asuntos, que culminará con el caso del asesinato de JFK (1963).Este cine que es propagandístico, al mismo tiempo es magnífico porque conecta plenamente con el cine policiaco y el cine negro. No es casualidad que el genio de Fritz Lang estuviera implicado en sus inicios.En esta ocasión, la película de "La brigada suicida" es otra oportunidad de ver la magnífica época en "blanco y negro" de Anthony Mann, que muestra una dirección magnífica en esta historia sobre el papel de agentes del Departamento del Tesoro, en la lucha contra las mafias de falsificación de dinero. Todavía estamos lejos de que los embaucadores, los falsificantes y los ladrones sean visto como unos "Robin Hood". Sólo hay que notar el cambio que se producirá hasta la aparición de Newman y Redford en 1973 con "El Golpe".También hay que destacar que es una película que trata el tema de la "infiltración" en la mafia de agentes federales. Tema que dará muchísimo cine de calidad hasta nuestros días. En definitiva, cine narrado al estilo clásico con la mano firme de Anthony Mann. Muy recomendable.