Arenas sangrientas, de Allan Dwan (1949)
Citado por Martín Scorsese en su historia del cine norteamericano, por la excelente "Filón de plata" (1954), Allan Dwan hoy ha pasado a un cierto olvido. Sin embargo fue un cineasta cuya carrera transcurrió en el periodo desde 1911 hasta 1961. Cincuenta años en el periodo en que se configuró el nacimiento de Hollywood, y la narrativa del cine norteamericano. En esta ocasión estamos ante cine bélico, ambientado en la batalla del pacífico en la II Guerra Mundial, y más concretamente en el desembarco de Iwo Jima por parte de la infantería de marina de los EE.UU. La historia recorre la vida de un grupo de soldados, liderados por John Wayne, en la que fue una de sus tres nominaciones a los oscars. La película va avanzando desde una primera parte en el campo de entrenamiento, donde Dwan se sirve para presentar a los protagonistas, hasta una segunda parte en donde cuenta dos batallas con las que se va creando un clima creciente de tensión. Clint Eastwood sin duda tenía muy presente esta película en sus dos películas gemelas de la misma batalla, y probablemente Spielberg también había tomado recursos narrativos en el inicio de "Salvar al soldado Ryan" (la guerra a pie de los ojos de los soldados, la suciedad, la fisicidad del horror, la banalidad de muchos aspectos de la guerra o la nostalgia de la paz). La película va de menos a más, y termina muy alto. John Wayne tiene además de su enorme presencia en pantalla, un papel de hombre duro, fuerte y formal, pero con gran fondo. Masculinidad y virilidad. También hay espacio al papel de las mujeres en este mundo de hombres, y en cómo ellas viven como pueden la lejanía de sus hombres. Es cine bélico y de propaganda en la línea en lo que fue el retrato norteamericano de la II Guerra Mundial, y en donde grandes figuras de Hollywood participaron tanto como soldados y como cineastas. En algunos casos hay grandes logros cinematográficos. Ésta película es un ejemplo que se puede considerar como un buen clásico del cine bélico de los años 40. No es poca cosa.